Crítica de la película Robin Hood por William Munny

Lo que le ocurre a esta nueva adaptación del mito por parte de Ridley Scott, es que cambia su registro en una historia ya conocida, y este cambio de registro no cambia a su vez nada, es decir, sin presentarlo como un simple y burlón ladrón y sin devaneos sobre explicaciones de su ascenso dentro de la nobleza, la película sería exactamente igual de grata visualmente y desde el punto de vista de la mera acción y disfrute del héroe y su creación.

Un sin más poco exclamativo es la respuesta media de un público que agradece el buen trabajo pero que no entiende la necesidad de cambio de look motivacional del personaje. Sus larguísimos minutos se llevan medianamente bien, sus batallas y glorias de destreza son espectaculares y muy dignas, y las cargantes opciones de muestra de amor lo suficientemente no pesadas como para haber elegido a otra actriz menos famosa que Cate Blanchett.

El concreto rodar del director le hace crecer detro de la dirección de la épica demostrando que ha mejorado con creces en la cuestión de los tiempos y de los discursos. A lomos de Russell Crowe, al que le sienta bien un traje, una coraza romana o simplemente un Sherwood fashion del último momento, hay que explicarle poco para sacar adelante papeles de hombre intenso por dentro, y el resto, con un rey y un malo, un secundario como William Hurt y cuatro ejércitos, uno va tirando y disfruta con una aventura de la que no esperar demasiado antes y no llamarse a engaño más tarde, y listo, y bien vale la entrada esto mismo. 

Y sumado a todo esto es menos de lo que esperaba. Está bien, pero no es el bollo de crema que hacía mi abuela, esa es la diferencia.