Crítica de la película 5 metros cuadrados por William Munny

5 metros cuadrados está claramente pensada por y para el espectador más normal y ramplón, sin ánimo despectivo, por el propio tema mundano y cotidiano que toca, el insulto descarado e impune que se ha hecho en este país al ciudadano medio en cuanto al tema hipotecario.

Con tono de humor, Fernando Tejero (Fuera de carta o 8cho citas) genial, comedido y exacto, se nos plantea una normalidad irritantemente creciente a golpe de dato, de muestra, de sucesos que encarecen el final con la calma y la tranquilidad de estar contando algo en tono de crítica social sin caer en la fiereza documental.

Así, desde la curiosidad, desde el entretenimiento, pero también desde el clásico síndrome de Estocolmo para con el protagonista, el público da rienda suelta a una imagen caraturizada en negrita del empresario constructor español, exagerada y rellena, pero sin salirse del tiesto de lo posible, alguien a quien retorcer el pescuezo con garantía de nobleza.

El giro final, grotesco pero útil, nos sirve y le sirve al director para desacreditar cualquier esperanza de justicia, dejándonos helados con la inestimable duda del bien y del mal. Nos coloca en un enfoque del todos podemos caer, nos perfila en un dañino pero necesario paradigma que insulta nuestros días tan supuestamente controlado por lo cívico.

La película es algo más que una muestra fidedigna de lo que sucedió y sucede, es algo más que un viaje alucinante a ninguna parte, es algo más que una locura humana comprensible, la película guarda muchas más cosas que nos hacen cuestionar otras, la película es social sin parecer serlo, es un film que hay que compartir.