Me enfreto a El secreto de sus ojos, película que algunos de mis compañeros ya han podido ver en el Festival de San Sebastián, y llego a esta precrítica sabiendo ya que el film ha gustado. Aun así, no era difícil de predecir. ¿Por qué? Porque a estas alturas de Campanella hay varias cosas que ya se esperan:
Primero, una factura técnica, desde la realización hasta todas las demás facetas de la producción, realmente exquisita. Campanella hace tiempo que ofrece productos de un acabado perfecto, sin nada que envidiar a otras cinematografías bien potentes, empezando por la norteamericana.
Segundo, que saque lo mejor, todo lo mejor, de Ricardo Darín, su actor fetiche, por mucho que en la entrevista que hace unas semanas le realizamos no quisiese calificarlo como su "pata de conejo".
Tercero, y por encima de todo: La impronta, el sello inconfundible, de uno de los autores relevantes del cine actual. Campanella es el realizador más importante de Argentina, y hace tiempo que su nombre pertenece a la Primera División internacional. Ni siquiera ha tenido miedo de afrontar retos como encargarse de la dirección de capítulos televisivos de series de relumbrón como House.
Ahora sólo falta pedirle ese plus final que convierta El secreto de sus ojos, ya de partida una buena película, en una película mayor. Veremos.