El extraño talento del catalán Salomón Shang, también actor en este film, y director de Cinéclub, El asesino a sueldo o La zona Tarkovsky entre otras, se vuelve a organizar entorno a una rareza pero en esta ocasión en clave de humor, en una comedia alocada y muy extravagante.
Acudir a este film probablemente en el espectador medio provoque una serie de sensaciones distintas, pero por encima de ellas, la desconocida sensación para muchos de asistir a un cine como muy personal, muy atrevido y por encima de todo pensado para ahondar en los sistemas de envío de mensaje en el cine. La teatralización de los personajes, la exageración y a la vez la soledad seria de su propuesta sólo inducen a pensar en un cine menor pero mayor a la vez. Una especie de criatura a la que amar aunque no sea perfecta.
Estrenada en pocas salas y difícil de encontrar, no creo que sea un error como destino, siempre y cuando uno espere encontrar lo que plasmo, una divertida ocurrencia llevada con calidad a la gran pantalla pero muy lejos de las lineas normales del cine comercial. Es una apuesta de cambio y de atrevimiento que no se debe dejar escapar.