La película comienza con el listón
altísimo, prometiendo un producto original, extraño, con un ritmo
fabuloso y finalmente queda demasiado lejos de sus promesas. Entre
otras cosas, porque gran parte de su contenido y forma recuerda
demasiado a otros títulos. El esquema básico, con una narración a
saltos por la propia mente del protagonista, es calcado al del
clásico de la ciencia ficción, Matadero 5. Tanto el formato,
como la idea de un punto de vista del personaje anciano desde un
estrambótico futuro. La confusión de los saltos mentales (aquí
entre variantes, en aquella entre momentos en el tiempo) resulta
prácticamente idéntica.
Quizá lo peor es que fuera de este
formato importado, que nos promete una ciencia ficción entre dura y
filosófica, con teoría de cuerdas, big crunch y reflexiones sobre
la conciencia; lo que realmente nos queda son las tres convencionales
historias de amor y desamor, con una alternancia y desorden que se
agradece en el ritmo, eso sí. Recuerda demasiado (una vez más) a la
gris Dos vidas en un instante, protagonizada por Gwyneth
Paltrow. Para colmo, nos encontramos con unas historias algo
insulsas. La de Sarah Polley, exagerada y algo infantil, la de la
mujer oriental simplemente aburrida y sobrante (ni siquiera el autor
cree en ella, dejándola vacía en su metraje). Y finalmente, la
historia de Diane Kruger, sin duda la mejor, pero que pareciera estirpada directamente del guión de Julio Medem en Los amantes del círculo polar,
llegando a alguna secuencia idéntica, líneas de diálogo incluidas.
Sólo espero que la elección del nombre de Anna para su personaje
sea un homenaje voluntario a aquel film para justificar su enorme
similitud. En todo caso, cuenta una historia que ya conocemos y que
estuvo mejor contada.
Funciona a nivel visual y musical, a
medio camino entre la imaginación y el atrevimiento visual de Amelie y la ingenuidad
buenrollista indie musical de películas como C.R.A.Z.Y. Demuestra, hay que reconocerlo,
una maestría loable desarrollando escenarios, ambiente y atmósferas
de ciencia ficción, como por ejemplo, en la tan deslumbrante como innecesaria historia marciana. Pero finalmente lo que tenemos es un vistoso
envoltorio que no contiene nada interesante. Nos cuelan unos cuantos
capítulos de Redes con Jared
Leto en el papel de
Punset, nos dicen como cantaban Los punsetes (valga la
redundancia), que "lo natural es la entropía, a lo mejor no lo
sabías" y demás clásicos básicos de la ciencia moderna, para
después dar un salto insalvable de la ciencia ficción más precisa
a una premisa mucho más de andar por casa. Recuerda en este sentido
al tramposo y pseudocientífico documental ¿Y tú que sabes?.
Recuerda, recuerda,
recuerda... una palabra demasiadas veces repetida en esta crítica
como para apreciar demasiado esta película que de inicio promete ser
rompedora pero que termina salvándose por su imaginación y eficacia
visual, sus correctos intérpretes y por una historia que sin llegar
a contar demasiado y sobrándole metraje, consigue mantener (aunque a
duras penas) el interés.
Lo más interesante que se puede extraer del apartado filosófico es el paralelismo entre la capcidad de la mente humana de viajar al pasado (recuerdos) y al futuro (posibles realidades); y la capacidad humana de crear historias. Lo consigue colocando (casi) al mismo nivel narrativo la historia ficticia con las historias posibles. Un concepto de realidad interesante. En todo caso, no es suficiente. Decepción y cierto fraude.