Yo no voy a hablar de que la película documental logre mostrar la esencia y el alma de la fiesta, porque aunque la tiene para quienes la disfrutan, no puedo defender el estrato final desde donde surge basado en el maltrato animal. A partir de ahí, y dejando claro que es una película para contemplar con agrado independientemente de la opinión de cada uno, nos enfrentamos a un 3D que tiene mucho sentido debido a la espectacularidad y singularidad de las imágenes que muestra.
El director holandés Olivier van der Zee, al que podemos conocer por el documental 778 La chanson de Rolan, se enamoró como otros tantos de lo potente de una costumbre tan secundada y multitudinaria, y acometió durante 4 años esta película que tratará de alentar a los seguidores y sorprender a los que no conozcan en profundidad la fiesta.
Si las imágenes a cámara lenta, buscadas y colocadas a posta para sacar ohhhs de las bocas del público, y la muy posible composición romántica que se tratará de ofrecer, conjugan bien, el resultado será un buen film que recoge más de manera comercial que purista un evento humano más, por mucho marketing que se presente sobre él, eso sí que hay que distinguirlo.