Wall-E supone un nuevo triunfo en la factoría Pixar. Estéticamente es increíble. Uno ya tiene la sensación de que pueden hacer lo que quieran. Y especialmente asombrosa me parece la forma en que se alcanza tales cotas de realismo sin perder por ello el tono de animación. No pretende ser una recreación de la realidad, no se olvida de lo que es, y por ello, como siempre, vuelve a ser estéticamente perfecta.
Las imágenes más bellas las podemos ver en la primera parte, en esa tierra nauseabunda. También el guión más afinado, prácticamente mudo, se encuentra aquí. Hasta escapar al espacio tenemos una verdadera joyita. No me canso de admirar la luz exquisita con la que Pixar cubre sus obras, aquí especialmente bella en la tierra. Quizá después el nivel artístico se relaje en favor de la acción y el espectáculo. Llegan las palabras y se pierde la poesía. Afortunadamente nos cuentan una historia con su puntito original y no se rebajan a un argumento del tipo "buscando a Eva".
Echo de menos una secuencia verdaderamente memorable, algo que me dejara con la boca abierta. En su lugar, mi boca esbozaba una sonrisa casi continua ante las cómicas peripecias de este entrañable robotito con una personalidad que ya quisieran para sí muchos personajes de carne y hueso llenos de palabras.
Wall-E no deja de ser una película dirigida en primer lugar al público infantil, y en segundo término al resto. Me parece aceptable, por qué no, es hasta recomendable que a los pequeños cinéfilos los eduquemos con películas de calidad. El problema es que este público objetivo genera múltiples limitaciones. Es imposible pensar en un final trágico, jamás podremos ver a Wall-E alejándose con su memoria completamente borrada, no, tendremos que conformarnos con una solución chapucera en la que el final feliz es así más porque sí que por otra cosa. Decepcionante. Tenemos que aceptar también un mensaje facilón con moralina ecológica y pro-trabajo de la que echaríamos pestes en otro caso, pero aquí no, al fin y al cabo es para niños. Si jugamos a engrandar el mito de Pixar y valorar este trabajo como algo más que una película para los críos, también deberemos ser igual de críticos con sus recursos facilones y sus permisivas resoluciones. Yo la he de juzgar como a las demás, como a una película, sin más adjetivos.
Pero no quiero ponerme tan tremendo con una entrañable historia con una animación increíble, técnica y artísticamente hablando. Entretenida, original y muy elegante. Una de las mejores películas de Pixar.