Se acaba de estrenar en Cannes, en la
inauguración de la sección oficial. A algunos les ha gustado más
que a otros, pero lo que sí parece claro, como parecía, es que este
es un producto Wes Anderson 100% (si es que eso no se pudiera
decir de todas sus películas).
En esta ocasión, el particular
director juega con ese subgénero tan particular como es el cine de
"campamentos", al estilo de Los incorregibles albóndigas.
Parece despertar muchas nostalgias pues hace poco teníamos una
versión aquí, en España: Campamento Flipy. A diferencia de
aquella, de la que cualquier cinéfilo sensato escaparía como de la
peste, esta es objeto de interés y de expectación como para
inaugurar el festival más importante del mundo. También es uno de
los estrenos del verano más esperados por nuestros lectores. Y es que
Wes Anderson es uno de los directores más interesantes del panorama
actual, que convence a una inmensa minoría.
A quien también convence es a alguno
de los principales intérpretes del momento. Atención: Edward
Norton, que por fin vuelve a un proyecto interesante después de
cierta sequía; Bruce Willis, en una de esas sabias apuestas
que hace de vez en cuando acercándose a un director con talento; Bill Murray, todo un icono de la
comedia americana, fetiche del director y que para colmo, ya estaba
en Los incorregibles albóndigas;
Tilda Swinton,
una de las mejores actrices del cine independiente; Frances
McDormand, diremos lo
mismo; Harvey Keitel,
todo un actor de culto; y Jason
Schwartzman, habitual de
Anderson que encaja como un guante con su estilo. Todos ellos, no lo
dudéis, manejarán personajes estrambóticos, extraños, seguramente
egocéntricos, pero sobre todo, muy divertidos.
Las
opciones estilísticas de Anderson siempre son arriesgadas,
exageradas, coloridas y en muchas ocasiones, homenajes a la
fotografía de otro tiempo. En esta ocasión no ha temido aplicar un
filtro agresivo a todas sus imágenes, con colores que por el
supuesto paso del tiempo van amarilleando. Pura nostalgia. Pero sobre todo nos
volverá a maravillar con sus audaces paneos, su composición barroca
y lo mejor de todo: con una banda sonora exquisita, capitaneada por
Alexandre Desplat con quien ya colaboró en la excelente El fantástico Mr. Fox,
pero especialmente trufada de canciones de su estilo.
Para
mí, no sólo la película más esperada del verano, sino la del año.