Crítica de la película Chloe por Iñaki Ortiz

Los oscuros rincones de la mente


4/5
19/09/2009

Crítica de Chloe
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Con Chloe, Atom Egoyan parte de un planteamiento considerablemente convencional. La infidelidad, la duda, la crisis de la avanzada edad, y nos habla de aspectos que ya hemos podido ver anteriormente en películas como Eyes Wide Shut: las fantasías, el deseo fuera del matrimonio, la debilidad. Pero lo hace desde un punto de vista diferente, algo nuevo, más complejo, más rico. Y no me refiero, ni mucho menos, al giro argumental en el que se descubre un engaño más bien anunciado, sino a la complejidad de los deseos de la protagonista.

El personaje de Julianne Moore, no es simple ni tópico. No se limita a dudar y a indignarse con el supuesto comportamiento de su marido, echarle de casa ni demás lugares comunes. Su reacción es mucho más irracional y desde luego atípica. Aún el hecho de ponerle a prueba puede haber sido usado también en el cine o la televisión, pero me refiero más a la búsqueda que termina llevando a cabo del acercamiento a su marido, a través de esa mujer que casi resulta ser un médium al más puro estilo Ghost. Transforma a Chloe en la encarnación del deseo apagado del matrimonio. También la necesidad de recuperar la juventud y la sexualidad perdida. Chloe (el personaje, y también la película) más allá de una serie de hechos argumentales, supone una inmersión en los fantasmas que atormentan a la protagonista, una manera de expresar de un modo admirable una serie de complejos sentimientos irracionales.

Todo ello, además, rodado de una manera sobria pero eficaz. Una bella fotografía que resalta la luz exterior a través de grandes cristaleras. Unos ambientes deliciosos, con las velas creando un clima cálido donde fuera está nevando. Si sumamos unas interpretaciones afinadas, conseguimos este estupendo resultado final. Liam Neeson ha encontrado de nuevo el camino, con una película muy en la línea de la que pudimos ver el año pasado en el festival, The other man, pero mucho más atinada. Julian Moore, como siempre, elegante y convincente. Pero sin duda aquí el premio gordo se lo lleva esa personificación del pecado que es Amanda Seyfried. Todo un objeto del deseo, que sin duda, funciona no sólo por el buen hacer de la actriz sino por lo milimétricamente trazado que está el personaje, con muy buen hacer por parte de Egoyan. Una película aparentemente igual a muchas otras pero con mucho más de lo que parece.



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