Casualidades de la vida he conseguido ver esta película justo en la semana en la que estrenan el biopic sobre Ian Curtis, cantante y líder de Joy Division. ¿Qué tiene esto que ver? Pues resulta que Red road se cierra con una versión del temazo Love will tear us apart de los Division, y que sirve como resumen y corolario a dos intensísimas horas.
La apuesta de Andrea Arnold no está exenta de riesgo. Con calma y pausa nos va presentando a Jackie, y su gusto por el voyeurismo que le viene de su trabajo como vigilante de seguridad. Especialmente interesante resulta la escena en la que descubre que Clyde ha salido de la cárcel. Cuando mira a una pareja que practica sexo en un descampado, y se siente excitada, como no consigue excitarla su ocasional compañero de aventuras en rápidos polvos en mitad de la nada. La excitación deja paso al terror cuando descubre quién es el amante.
A partir de ahí, la película se adentra en una larga parte central en la que asistimos cual voyeurs a los intentos de Jackie por acercarse a ese terrible hombre que destrozó a su familia. Arnold no quiere que sepamos ningún detalle. Y se lo agradezco. Como le agradezco el tratamiento que da del personaje de Clyde, que pasa de ser presentado como un animal, a un personaje con atractivo y humano. Porque, en definitiva, un delincuente es un ser humano. No se trata de una historia maniquea de una madre coraje luchando contra un diablo.
Lo mejor, sin duda, del film es la escena de sexo entre Jackie y Clyde. Es una escena rodada con el sentimiento a flor de piel. Con ella, descontrolada, ante las artes amatorias de Clyde, y entregándose a un hombre sobre el que planea su venganza, pero cuyo atractivo no puede controlar.
A partir de esa escena, la película pierde el temple y el ritmo que estaba llevando, nos cambia el paso y se nos avecina un final más convencional, en el que la catarsis se impone.
Una muy interesante película en la que lo que destacaría es la ambientación, esa Escocia de los apartamentos Red Road, que recuerdan a Trainspotting, y en la que ningún sentimiento es puro. La fotografía y la labor de los dos actores protagonistas es de nota. Lástima de los últimos veinte minutos, que no saben mantener el nivel.