Efectivamente, el trailer de la película es espantoso, la historia que deja entrever es, cuanto menos, sosa, repetida y sin interés; pero, tiene algo muy muy arraigado en ella: americanismo. Esta película narra la historia de una victoria en tiempos de derrota, del sacrificio del hombre mediano para lograr metas gigantes. Y eso, muy señores míos, eso encanta y encantará a la Academia de Hollywood. Y esto es lo importante.
Una vez conseguido esto lo demás es sencillo. Por favor, contacten con un director no muy exigente en sus aspiraciones y que sepa plasmar este estilo inequívocamente americano; es trabajo para Gary Ross, que, aparte de haber dirigido únicamente Pleasantville, es guionista de películas tan americanas como Lassie, Dave o Big. Candidato perfecto.
Continuemos. Por favor, traigan actores sólidos (condición indispensable para poder tener muchas nominaciones); y ahí los tenemos Jeff Bridges, Tobey Maguire y Chris Cooper; alguna actriz que encaje bien en la historia: Annie Corley, que ya apareciera en Las normas de la casa de la sidra.
Y es que se mire por donde se mire no se ve más que artificialidad. Porque será una película sin química, sin momentos brillantes, plana de dirección, previsible, de diálogos vacíos como la fotografía que John Schwartzman (Pearl Harbor, Armaggedon) compondrá. Lo cierto es que pena me da ver a Randy Newman (Forrest Gump) en estas lides. Pero tampoco crean que la Academia se ha dejado embaucar, y, de las siete nominaciones, cinco de ellas son a categorías menores.
Y porque yo no soy americano, ni disfruto con su ambrosía de dolar y un centavo para el alma, y no digo caracoles normalmente, huiré de esta película como si del virus de 28 días después se tratara.