Sabido es que no acapara todas las miradas. Verano, cartelera achicharrada de animación, hombres arañas por aquí, oscuros caballeros por allá...es comprensible que no entre por los ojos un poco de caviar ruso en estas fechas, todos lo sabemos. Pero sin embargo quien con asiduidad me lee conoce muy bien mi inclinación por lo alternativo, de pequeño tamaño e independiente al resto de la cartelera con productos de marca. Sin rechazar nunca nada pero como decía la canción...tengo una debilidad.
Y esta debilidad que tengo quizás no es la mayor que haya sentido pero sí desde luego que tengo profunda curiosidad de tener un visionado del director ruso Andrei Zvyagintsev, desconocido por el colectivo aunque firma ya con Elena su tercer largometraje. The banishment y El regreso son firma de la casa Zvyagintsev, apúntenlas. A destacar es que en sus dos anteriores cintas ha estado en la parrilla de los números uno del panorama festivalero europeo obteniendo premios tales como mejor actor en Cannes o mejor película en Venecia ahí es nada.
Al director ruso le gustan las historias sobre la familia,la pareja, los reencuentros con el pasado presente, esas de escarvar en lo que nunca te contaron o no quisiste oír ni hablar de ello, sobre la identidad y el largo camino que nos une a todos, la vida. Dramas. Y en esta ocasión parece ser un film que pone más empeño en los problemas de la actualidad que enrolarse en la travesía de los secretos ocultos...La mujer con mayúsculas en general pero a partir de una en particular, Elena, será seguramente algo más que una parábola, un cuento sobre los valores más básicos. Será, si lo hacen a lo ruso, una película seria, sin tapujos, de acero, a la vez tierna pero con la cabeza bien alta, en definitiva, práctica. Haga o no llorar no es lo que importa. Lo que importa es que Elena cobre vida. Para los más militantes, aquellos que en verano no desenfundan ni se quitan las guerreras y siguen dejando hacer a los que teniendo boca hablan más despacio y suave pero con un lenguaje universal.