Serpientes en el avión es una película malísima. Con todas las de la ley. Y aun así reconozco que he estado planteándome qué nota darle. ¿Por qué? Sinceramente es que no lo sé; es difícil de señalar con certeza. Técnicamente la película es un desastre, no hay por donde cogerla. Y artísticamente, pues bueno, qué vamos a decir.
Lo que ocurre es que la película tiene, en apenas tres o cuatro momentos, un tufillo a serie B, pero B, B, que me levantó un poquillo la moral. Por unos instantes, me daba cuenta de que estaba disfrutando de esta o aquella escena, a pesar de que a la vez me daba cuenta de que era soberanamente mala. Pero, aún así... es una estrella. No puedo darle más. Porque ese delicioso tufillo tan solo asoma, lo que decía, tres o cuatro veces. No más. Si acaso cuando llega por primera vez el ataque masivo de serpientes... pero nada, poco más.
Así las cosas, uno ya ni por ahí puede agarrarse a esta tontería. Decían que la gente había guiado las nuevas escenas, entusiasmada, a través de internet. Pero es que curiosamente, toda esa gente ha debido ahora abandonarla en el momento clave: pagar por ir a verla. La cinta se ha estrellado en la taquilla USA.