No sé como estarán las cosas realmente en Singapur. Me he quedado con muchas ganas de saber más sobre la situación y las costumbres de ese país. Por ejemplo, de aclarar porqué usan el inglés aunque los viejos del lugar ni siquiera lo sepan hablar. He visto muchas ganas de aparentar, de ser alguien por el tener algo. Yo no sé si simplemente la película trataba de ese tema y por eso se ha centrado en ello o si realmente es un problema de allí.
Un problema de allí que, aunque no de manera tan intensa, podemos encontrárnoslo aquí cerca, en la casa del vecino o a veces en la tuya propia.
Pero dejando a un lado la realidad de Singapur – habrá que ver más películas del país para contrastar – esta película me ha gustado. Me ha mantenido interesado durante todo el metraje, cosa difícil en una película de más de hora y media dentro del festival y a la noche. Me ha mostrado una realidad, sea real o no, sin tener que recurrir a la estética documental.
Con unos pocos personajes, correctamente interpretados, he podido ver unas relaciones tensas y complicadas que se alejan un poco de las habituales. Una familia materialista que funciona en términos de perdedor y ganador. Una dirección suficiente para contar la historia y un buen sentido del humor que es de agradecer.
Seguiré la carrera de esta pareja de directores.