Comencemos por los tópicos necesarios.
Terrence Malick no es un director para todos los gustos. Es un
outsider que no se muestra públicamente y que se ha permitido dejar
espacios de veinte años entre sus trabajos. También es verdad que
ahora se ha venido arriba y está sacando proyectos al año, pero
hasta ahora no era así. Es responsable de algunos clásicos pero
también es el culpable de enjendros como El nuevo mundo, el
equivalente de un episodio de National Geopraphic producido por
Disney irritantemente hortera y new age.
En todo caso, parece que este nuevo
trabajo va muy en la línea de su última película, la excelente El
árbol de la vida, una de esas experiencias en la que puedes
entrar o no. Sin embargo, no tuvo la misma aceptación en su paso por
el festival de Venecia y es que hay básicamente dos problemas aquí.
El primero es sencillo, probablemente la película no es tan buena
-seguro que no ayuda cambiar a Brad Pitt por Ben Affleck. Pero
creo que el problema principal está más en la repetición. Adiós al efecto
sorpresa, tan necesario en un cine con ciertas ínfulas de
innovación. Sentir que ha repetido fórmula y que estamos viendo lo
mismo, nunca es una buena señal.
En todo caso, si saliste contento de El
árbol de la vida, es un buen momento para darle una segunda
oportunidad, aunque no esperes repetir experiencia lisérgica. La
explosiva Olga Kurylenko siempre es un aliciente, y tenemos en
un pequeño papel a Javier Bardem.