El experimentadísimo Raoul Ruiz, mucho trabajo en Francia sin nada realmente reseñable, se dispone a atreverse con el conocido artista Gustav Klimt y para ello se hace con los servicios de un grande y por otra parte el más idóneo para la labor, John Malkovich (Cómo ser John Malkovich, El ogro, The libertine o Eragon entre otras).
Plasmar en cine una biografía de tal calibre puede ser agotador porque son muchos hechos que si se muestran inconexos y distantes resultan tediosos. El reto es este y mucho me temo que el resultado no va a ser satisfactorio.
Si la interpretación puede que sea muy plausible, la condición del director lanzándose al vacío así puede que le haga pecar sobre mucha historia. No soy amigo de biopic, o cómo lo mencionen, pero muy pocos llegan a lo más alto si no se olvidan de la condición de narrar hechos y no tanto la historia. De todas maneras, a falta de una sorpresa interesante oferta.