Sin duda el peor defecto de esta
película es el posicionamiento absolutamente infantil desde el que
se presenta a buenos, malos y neutros. Los buenos, en este caso, son
los hombres de Villa, como es natural, valientes y aguerridos. Los
malos son esos odiosos estadounidenses, malvados, torturadores y
tramposos. Los neutros son el ejército mejicano que se queda un poco
entre medias, sin demasiada maldad pero en el bando equivocado. Y
esta es básicamente la presentación de personajes, dependiendo del
bando al que pertenezcan.
Esto parecía que estaba superado, y cuando en el cine americano se opta por este formato, simplemente
pitamos. Sería bueno que fueramos consecuentes, también con los
mejicanos, aunque nos caigan más simpáticos.
Si esto al menos sirviera para crear
una imagen épica a la altura del héroe y de sus lugartenientes,
podría incluso llegar a estar justificado. Pero ni siquiera es así.
Lo que tenemos es una película de lo más tibia que no sabe
emocionar, a pesar de los momentos duros que nos relata.
Es una película redundante (con
escenas que inciden en el mismo concepto una y otra vez sin agregar
nada nuevo) y poco eficaz. Un villano realmente ridículo, que
inicialmente podría parecer terrible, finalmente nos ofrece toda
serie de momentos involuntariamente cómicos a raíz de la buscada
humillación al yankie.
Algún momento un poco más afinado,
como la lucha por sobrevivir de Chicogrande, ayudado por el médico,
aunque lastrado una vez más por la evidencia del momento de discurso
impuesto. En definitiva, torpe, muy maniquea y en varios momentos
aburrida.