Ya no me molesto en echarme literalmente las manos a la cabeza con este tipo de comedias de pareja, ni siquiera románticas salvo al final cuando todo concuerda, que nos sobre vuelan constantemente en la cartelera. El producto de Hollywood genuino adaptado a los tiempos, exagerado y con actores de renombre y reclamo. Gerard Butler y Jennifer Aniston no necesitan demasiada presentación.
Por tanto, advirtiendo a los que busquen un cine más trabajado, la recomiendo para su propio público, un público que no quiere romperse el coco, que quiere disfrutar viendo en peripecias varias a sus actores del momento y que incluso la alquilaré en el videoclub dudando si la ha visto ya o no. Que de todo hay que ver y debe de haber, yo respeto, pero no me gusa en absoluto. Dos horas preciadas.
Las sonrisas tontas, los diálogos megaforzados, los cuerpos esculturales (en esta Butler parece que se aleja del supercachas que suele demostrar), y las situaciones inverosímiles sin sentido o con demasiada gracia de torpeza no encajan en la tremenda o ligera existencia de pareja que dibujo en mi mente de realidad afanosa. Es cierto, es cine y se lo puede permitir, pero yo no voy a esas salas. Cuestión de gustos.