El director neozelandés, Andrew
Dominik, aporta un punto de vista diferente. A pesar de ser un
autor que hasta ahora siempre ha adaptado novelas que no eran
especialmente diferentes, ha aportado una mirada distinta y, sobre
todo, un tono personal que se aleja de las convenciones del género
aunque orbite sobre ellas. En este caso se acerca de nuevo al cine
negro, como en su primera película, Chopper. Sin embargo,
parece que lo que interesa al director está muy por encima de lo que
le puede aportar el género. Hablará de la sociedad actual, de la
crisis. Y la novela no es actual, así que será una aportación
propia de la adaptación. Dominik tiene un depurado estilo estético
que, sobre todo en su anterior película, El asesinato de Jesse
James, era especialmente lento, sin ninguna concesión al ritmo.
Buen reparto, con Brad Pitt al
frente y un Ray Liotta que parece estar especialmente bien por
lo que se dice. También habrá secundarios clásicos del género
como Sam Shepard o James Gandolfini (sí, el de Los
Soprano).
Que quede claro que esta es una
película con pretensiones, más allá del género. Compitió en el
festival de Cannes. Se puede decir que Dominik ha pasado con nota el
examen de la tercera película, la que ya hace sólida la carrera de
un autor, y es que las críticas son muy positicas. No es apta para
quien busque un noir al uso.