Ni he disfrutado en demasía con la película ni me ha hecho desesperar. Su caída ligera ha sido una simple vista de film que trata de agradar sin dejarse la vida en demostrar ni grandes guiones ni grandes medios. El gran acierto de sus minutos es sin duda el grupo actoral, que levanta la película en sus momenos más flojos.
El tratamiento de la crisis de la mediana edad es bastante seguro, ni se pierde en complicaciones tratando de mostrar un caso común, (¿por qué siempre son médicos de cirugía plástica?), ni se congestiona en sentimientos de amor o sexo desbocado, muestra una caída en la tentación normal, sin dramatizaciones por parte de ninguna de las partes, ni la consentida ni la que no se entera hasta más tarde.
Como broche final podríamos destacar una escena de cuatro en mesa que fácilmente se separa del resto en intensidad, que viaja al ritmo de humor que pretende en todo momento, y que es un chorro de agua fresca en unos momentos en donde se podía haber perdido en dramatismos lentos. De golpe y porrazo, aunque eso sí, presentando a unos personajes demasiados modositos, disculpable, se nos mantiene en el mismo tono de tranquilidad de la película saltando a la ruptura como si nada, con naturalidad, propia de una comedia. Este es el juego del film y así lo respeta.
La banda sonora es algo pobre, y las transiciones bastante pobres también y poco originales, pero como el tono continuado del film y su ritmo la mantienen, y con cariño gracias a unos actores que en todo momento dan con su lugar en el minutaje. María Barranco se gana al espectador por su puesto de víctima, pero también con su naturalidad innata, Pep Munné aunque resulte algo duro al principio termina por mantener el tipo y Mariana Anghileri simpática y llena de amor como una joven palomita, muy en su lugar. Por cierto, ambas dos actrices muy valientes en sus desnudos, más la primera a pesar de los años, en una película menor que no debería de poder permitírselos desde el punto de vista del presupuesto.