Sin el personaje de Steve Buscemi, Delirious hubiera sido una de las comedias románticas más tontorronas de éste año. Sin embargo es él el que consigue que la película transcienda y llegue a algo más.
Delirious es una película muy triste pese a que la mayoría saliéramos del cine con una sonrisa de oreja a oreja. No sólo Les Galantine es un perdedor absoluto sino que, si se piensa bien, el final no es ninguna redención de sus pecados, sino la confirmación de la naturaleza vil del paparazzi.
Esta dualidad de sensaciones hace a Delirious una gran película. Cámara lenta, rubitos besándose, música que debería confirmar el buen rollo.... pero Les Gallantine es un ser necio y abyecto tanto al principio como al final de la película. No aprende nada. Sin redención.