Cuentan que tras la escena del baile de la Diosa (con los tambores y el vestido) el público arrancó en aplausos en su estreno en Cannes.
Y es que lapelícula es bella hasta rabiar. La cámara no se mueve, se desliza; los actores danzan, en vez de moverse; el rudio de la seda de los vestidos acongoja. Son todos los elementos que este género de la historia mitológica china (por así llamarlo) impone. Pero, si esta película los ha cumplido, ¿a qué se debe su nota?
Primero. Zhang Yiomu ha transformado sus virtudes en defecto por aplicación excesiva de los mismos. Y es que, ya dije al hilo de KB 1, que todo el mundo sabe que la sangre queda muy bien bajo el manto de la blanca nieve. Ahora bien, hay que saber encontrar los momentos y no ponerlos al antojo de uno. Y eso es lo que hace Zhang Yimou en el combate final entre los dos enamorados. Ahora me apetece que nieve, y como me estoy manejando en un género en el que casi todo vale, pongo una nevada y se acabó. Cuando durante la película le interesó que hiciese sol lo hizo, que hubiese nubes, las hubo, que hubiese viento, lo hubo. Vale que deje entreabierta la puerta, pero no es cuestión de entrar sin llamar siquiera.
Segundo. ¿Por qué Yiomu nos apunta el montaje paralelo al final de la película para olvidarse de mostrarnos lo que termina sucediendo? Me refiero al combate entre los dos enamorados y al plano que cuela de los guerreros del Gobierno llegando al feudo de los Dagas Voladoras. Es inaceptable un error de ese tamaño. No me vale el me interesa más una cosa que otra.
Tercero. El guión camina peligrosamente por la senda del engaño y la trampa. Y ese arte es peligroso, y más cuando intenta vertebrar una primera hora en la que se nota demasiado la mano del guionista al meter escenas de acción cuando tocan, y no cuando deben ser.
Cuarto. La Banda Sonora cumple, pero suena a Banda Sonora de género. Como es música que llevaban todos los peplums. Por cierto, el "main theme" recuerda en exceso al de "El padrino".
Ahora bien, estos contras no consiguen desvirtuarla más allá de las tres estrellas, de una fotografía excelente, que debe mucho a "Rashomon" de Kurosawa, y de un sentido por la belleza visual que bien vale una entrada de cine.