El Hipnotista es un claro ejemplo de cómo una trama repleta de elementos interesantes
puede resultar absolutamente tediosa. Los problemas en esta película son
muchos. El desenlace no es para nada sorprendente, si uno atiende mínimamente a
la película -lo que por otro lado se hace difícil por su transcurrir
soporífero- sabe más o menos cuales son las claves del crimen. No hay
personajes especialmente interesantes, y todas las relaciones son realmente grises. Ningún intérprete se luce demasiado, ni siquiera Mikael Presbrandt.
Aunque quizá lo peor de
la película es que se quede a medias de cualquier estilo. No es especialmente
violenta o sobrecogedora, a pesar de su prometedor comienzo repartiendo
cuchilladas. No es un derroche de puro ritmo de género. No mantiene una intriga
criminal satisfactoria tampoco. De hecho, parece querer dirigirse a un tono más
cercano al drama -precisamente en el que Lasse Hallström podría sentirse más cómodo-
pero su material no sirve para nada a este propósito y el tono serio sólo provoca desinterés. En conclusión, uno no
tiene a qué agarrarse.
Todo es gris, la
dirección también. Ningún momento destacable, a pesar de buscar unas cuantas
secuencias de puro thriller psicológico. Tampoco tiene demasiada importancia la
condición de hipnotista del protagonista, algo que debería ser crucial y que ni
es decisivo en la trama ni dibuja un personaje con alguna particularidad
interesante. Alguna incoherencia y comportamientos estúpidos de ciertos
personajes, tampoco ayudan. Que la película se cierre con un epílogo bonachón
tan innecesario después de un climax tan tramposo, termina de hundir el barco.
Un desastre.