No puedo evitar impregnar esta crítica
de una profunda decepción, al confirmar que The Dark Knight Rises no está, ni mucho menos, a la altura de las dos entregas anteriores,
y por lo tanto supone un cierre a la trilogía muy poco
satisfactorio. El principal hilo argumental de la saga, centrada
primero en la creación del héroe y después en sus implicaciones
morales, es aquí aplastada como una serpiente que sucumbe bajo la
bota de un Christopher Nolan que ha querido doblar la apuesta
con lo que ha considerado un nivel superior: la guerra.
Desgracidamente, desde que la ley marcial sacude Gotham - hasta
entonces no iba nada mal la película, detalles aparte - todo
interés que pudiera haber en cuestiones precedentes (la mentira de
Harvey Dent, las cuestiones morales del justiciero enmascarado,
incluso el recuerdo de la muerte de Rachel) quedan obsoletas de golpe
ante una situación de excepción donde todo eso importa ya poco. En
cierto modo, Nolan ha sufrido el síndrome de JJ Abrams: ha huido
hacia delante. Y como le suele ocurrir a aquel, se le ha ido de
las manos. La batalla ha sido mayor que nunca, la trama ha concluido,
pero dramáticamente no se han cerrado ninguno de los planteamientos
de las anteriores.
Por otra parte, ninguno de los
personajes tiene un peso suficiente como para conseguir apelar a la
emotividad del espectador. Los hilos narrativos, tan escrupulosamente
tejidos en la segunda entrega y tan elegantemente desordenados en la
primera, están algo descuidados, con varias cuestiones abiertas y
algo inconclusas. Todo esto hace que la película no se pueda
disfrutar a los niveles de las anteriores entregas y se quede en una
virtuosa y muy pontente película de acción / superhéroes con
algunos elementos brillantes. No es poco y al mismo tiempo debería ser mucho más.
Pero vayamos con los bueno, para no
dejar mal sabor de boca después de leer esta crítica. El director
ha decidido cambiar de tono, de género y de estilo, de la misma
manera que hizo de la primera a la segunda entrega. Ha sacrificado
cierta magia en sus imágenes en favor de un tono crudo y mucho más
realista, más urbano. Vuelve a flirtear con los géneros. Primero
nos ofrece un relato novelesco, casi gótico, con ese millonario
misterioso que es una sombra en la azotea. Después, juega con el
mito épico, en esa cárcel imposible que parece estar horadada en
otro lugar y en otro tiempo, con sus presos casi monjes. Una opción
atrevida que quizá resulte excesiva dentro de esta historia, La
liga de las sombras se ha pasado un poco de rosca. Como metáfora
del ascenso del personaje, bastante burda. En todo caso, el tono es
atrevido y original. Finalmente, y esto es lo más logrado, el
bélico. Nolan ha querido transmitir la angustia de la ciudad
sitiada, de los racionamientos, de la opresión militar. Planos bajo la
nieve, que nos recuerdan a algunos momentos duros de la vieja Europa.
La situación límite está perfectamente dibujada con pocos retazos.
Por otro lado, en su largo metraje
también le da tiempo para observar la situación mundial actual. La
crisis financiera; los movimientos espontáneos del pueblo; y los
pequeños tiranos que pretenden amortizar la falta de fe en el
sistema y la corrupción de la clase política. Caben muchas
interpretaciones, pues más que plasmar un mensaje o dar un opinión,
se limita a hacerse eco del ruido de la realidad.
Ya he comentado antes la falta de peso
dramático de los personajes, pero eso no quiere decir que no tengan
fuerza. Especialmente potente me resulta el de Bane, que ya desde esa
primera escena absolutamente espectacular - parece una escena de
Origen - desde que oímos su voz inquietante bajo la capucha
y descubrimos ese gran trabajo de Tom Hardy (convertido, por
cierto, en una mala bestia), sabemos que nos encontramos ante un
terrible contrincante para nuestro héroe. Presencia imponente, modos
aterradores. Un excelente villano, al que no le falta su momento de
corazoncito.
Por otra parte, se disipan mis mayores
temores: Catwoman se libra la de su vertiente más hortera sin perder
su esencia. Anne Hathaway sabe ser la mujer gato desde su
primera aparición, mucho antes de enfundarse el traje ceñido, con
unos movimientos felinamente sexys. Derrocha seguridad, sensualidad y
carisma. Gran elección. Eso sí, ninguna química con Batman, la
historia de amor es otra de las cuestiones descuidadas de la
película. Joseph Gordon-Levitt se lleva, como en otras
ocasiones, el premio a la interpretación más interesante. Asociado
al aspecto más prosocial de la historia, consigue, a pesar de los
problemas de guión, los momentos más humanos.
Para terminar, ¿ha muerto el héroe?
Está claro que en este sentido, Nolan quiere ser ambiguo. Por un
lado, me ha hecho caso cuando pedía una muerte heroica del
personaje, que en todos los sentidos era lo mejor para la historia.
Por otro lado, no ha querido - o no ha podido - ser tan tajante
en esta finalización y ha incluido una apostilla final, que como en
Origen, nos deja con la duda entre la ensoñación o realidad. Una opción intermedia, para una buena película que
queda muy lejos de sus dos grandes aportaciones al mundo del hombre
murciélago. Una pena.