Andrey Zvyagintsev (no intentéis
pronunciarlo o recordar como se escribe) es un director ruso que
se dio a conocer con éxito de crítica en 2003 con El regreso.
Aunque estéticamente era una pasada, no me gustó demasiado porque
en el fondo, considero que estaba bastante vacía, mucho envoltorio
para nada. Después tiene una película que, si no me equivoco, no se
ha visto por aquí, y ahora viene pegando fuerte con Elena. Le
doy una segunda oportunidad, ahora os explico por qué.
Confío en que siga manteniendo sus
elegantes encuadres y su exquisita fotografía, eso se lo damos ya
por ganado. Pero es que además, parece que aquí tenemos un guión
con más chicha, con más emoción, con más contenido, que creo que
será la base perfecta para esa imagen estilizada.
Aunque el elemento definitivo para mi
ánimo es la participación del genial Philip Glass en la
banda sonora, uno de mis compositores favoritos. Por lo que parece,
Glass no se ha cortado un pelo en sus excesos. Es decir, música
envolvente sin parar un momento, sin dar aliento al espectador. Algo
como lo que hizo en Las horas, o quizá más. Esto unido a la
potencia visual del director y a una historia más intensa puede dar
lugar a una obra poderosa. Veremos.