Como espectador no-almodovariano, me tomo La piel que habito como un éxito personal: La he seguido con creciente interés a pesar de que el acceso hasta el tramo final (¿quién es y cómo llega a ser Vera?) el espectador más avispado lo va a intuir con no poco tiempo de antelación. Aun así, aun viendo venir el desarrollo, este se sigue con interés en el segundo y tercer acto, y eso es un mérito de Almodóvar.
No me ocurre igual con la primera parte. Sí, entiendo que su aparición y muerte (hablo del Tigre) sirve para acercar un poco al doctor y a su "paciente", a la que decide no matar. Está también el pasado del personaje del Tigre, fabricado con poco tacto y metido con calzador. En definitiva: Todo lo que Don Pedro quiera, pero esa parte, ese personaje, ese estrambote, ese fantoche... me sobra. Me tenía completamente fuera de la película.
Me ocurre al final, la verdad, que los detalles más de género me llevan cómodamente a lo largo del film, y son los instantes más Almodóvar los que de nuevo me hacen rechinar los dientes y revolverme en la butaca. Como decía en la precrítica, qué sé yo... quizá es un problema mío. O no.
Encuentro que Almodóvar es un tipo capaz de encontrar un rubí donde solo parecía haber gravilla, dar con una secuencia, sorprenderte con un hallazgo visual impensable; para diez minutos después horripilarte con la más hortera y extravagante elección formal. No tiene filtro, o capacidad de autoimponerse los límites más necesarios. O quizá, no sabe discernir entre la música y el ruido. Claro que sus fans, precisamente, defienden eso, su manera de saltar sin esquema aparente del ruido a la música, y viceversa.
Lo mismo ocurre con la banda sonora que le regala Alberto Iglesias, con momentos sublimes y otros, electrónicos, que me sacan de la narración. Caótico.
Antonio Banderas está bien. Aporta sobre todo presencia, y en los instantes de género eso es lo que precisamente mejor le viene a la película. Bien elegido. Elena Anaya funciona, ella y sus rasgos angulosos. Blanca Suárez tiene un papel peliagudo. Minutos complicados, los suyos. Muy bien Jan Cornet, en un papel inicialmente desagradecido y finalmente muy lucido.
Creo que como no-fan, ver la película con un cierto distanciamiento ha sido un acierto, un paso atrás necesario para poder seguir con ligereza pero atención la película, disfrutando de los buenos momentos, limitándome a reir y dejar pasar los malos.