Crítica de la película El Lobo por Romulo

Más perdidos que Idígoras en la c/Grandeza Española (Madrid capital)


2/5
17/11/2004

Crítica de El Lobo
por Romulo



Carátula de la película Más bien ridícula y, además, a mis colegas que salían de extras, ni los vi (aunque ya me han dicho que salri salen, escondiditos, pero salen; tendré que echar otro vistazo).


Ridícula porque esa especie de guateque-abertzale con la francesita cantando Guk euskaldunok garaaaa... en versión popera... sin comentarios. Porque para mostrar que una tía es extremadamente fanática no hace falta mostrarla follando con un pasamontaña de la ETA puesto en la cabeza. Sin comentarios. Porque Noriega con su acento vasco que cambia según la escena... Sin comentarios. Porque a la francesita es que a veces ni se le entiende lo que dice. (Sin comentarios, y es que la hacen parecer estúpida perdida, por mucho que luego llegará a la cúpula de la banda.) Y porque eso de hago footing entrenando con mis compañeros de comando, veo a mis contactos en el servicio secreto español, les digo a los colegas etarras, me paro un poco, me planto al lado de los polis y les cuento lo que quieren saber, y luego sigo corriendo con los otos... Sin comentarios. De puto chiste.


Por supuesto que el tema interesa, y es que estamos donde estamos. Además uno se queda con ganas de que alguien con mano, tino y sabiduría agarre todo lo que rodea al personaje de 'Pertur' (Jorge Sanz; otro problema: él cumple, pero es que uno ve su cara y ya no se puede creer que sea 'Pertur') y nos cuente su lucha por virar el camino de ETA hacia la militancia política, la infiltración en sindicatos, grupos políticos juveniles, etcétera... Pero aquí se cuenta otra historia y, desgraciadamente, con poco acierto.


Y hablando de aciertos, alguno hay: Santiago Ramos y José Coronado, por ejemplo. Perfectamente elegidos para sus papeles (justo al revés que completamente el resto del reparto; malísima labor de casting). Y dos momentos destacados: El arranque tiene fuerza... aunque quizás viendo el resto de la película, y sabiendo de lo que hablamos, casi parece un comienzo más adecuado para algo así como 'Uno de los nuestros' que para la historia de Mikel Lejarza. Aún así, tiene su fuerza.


Y el mejor momento con diferencia de la película: El cabecilla del comando de Madrid y un compañero herido descansan escondidos tras un coche, después de huir corriendo de la poli. El cabecilla propone dividirse, se despide y luego se marcha. La cámara se queda con el otro. Enseguida se oye el disparo, má disparos, los cristales del coche revientan en pedazos y algunos trocitos caen sobre el etarra, quieto, escondido, asustado. A su derecha, la sangre de su compañero mancha un charco de agua, en el asfalto. Es un momento fabuloso, poderoso en su escamoteo de lo principal de la acción. Lamentablemente, es un oasis en el desierto.



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