Sólo un nombre puede caber en la carátula: The Rock. Todo el mundo lo conoce, ¿verdad? El ex luchador de lucha libre que se diera a conocer en el mundillo cinematográfico encarnando al Rey Escorpión, primero en la floja secuela de "La momia", y después en la excesiva por innecesaria "El rey escorpión". Lo cierto es que el medio habitual de este gigantón de músculos es el vídeo y el telefilm, pero siempre, todos los años, nos dedica una aparición en el cine. Y en esta ocasión ha elegido una historia de menos monta que lo habitual, un argumento prototípico de telefilm que le asegurará un trastazo comercial de envergadura.
Y poco más voy a decir, ya que en esta película no se puede hablar ni de grandes películas de sus productores. Sólo reseñar que el director de este entuerto es un novel en estas lides de la cámara cinematográfica, y que el cupo de caras bonitas lo compondrán las desconocidas Kristen Wilson (con papelillo en "Confesiones de una mente peligrosa" y aparición en "Dragones y mazmorras") y Ashley Scott (Asha Barlowe en la serie televisiva "Dark angel").