En la tercera entrega de las aventuras del mundo de Narnia, de la saga literaria C.S Lewis, podremos adentrarnos de nuevo en el mágico mundo para viajar, en esta ocasión, en una travesía por el mar, donde al parecer veremos más seres mágicos que hombres de pro como en la anterior entrega El príncipe Caspian.
No se puede describir mucho más el ya conocido lugar para los más jóvenes en el cine, con la oferta de un lugar muy distinto a cualquiera y dispuesto a no desfallecer en sus ansias de taquilla, efectos especiales de lujo y grandes seguidores que conforman familias que tienen como tradición la saga. La calidad está asegurada, y las licecias como de cuento de hadas hacia los protagonistas forzando que superen situaciones para aprender en valores y demás, están aseguradas también, aunque en un film que no necesita ser perfecto, sino acercarse mucho a ello.
Su público es muy claro, pero muchos se acercan a sus películas con la sabiduría de encontrar un entretenimiento sano de sobremesa, aventura y asombro y algo de emoción infantil, ¿por qué no?. Cambia la dirección, Michael Apted (Amazing Grace o la serie de televisión Roma) que sinceramente no creo que haga ni mejorar ni empeorar el resultado de algo muy hermético en lo relativo a los efectos que cubren la mayoría de los minutos.