Grata sorpresa me ha producido esta película. Especialmente porque ha sabido tomar su propio rumbo, ajeno a precedentes de corte más fetichista que han tratado el tema, y ajeno también a una cierta tendencia que me tenía preocupado.
Me refiero, y ya lo dije en la precrítica a ese subgénero dentro del cine independiente, con un punto de humor picantón, ponía como ejemplo en la precrítica Teeth o Los perros dormidos mienten. La verdad es que el tono de la película es mucho menos sexual, y se centra más en las relaciones humanas. Todo tomado en broma pero muy en serio.
Bien mantenido el ritmo de una premisa a priori limitada, que nos sirve para observar las relaciones sociales de un pequeño pueblo típicamente americano. La proyección de las frustraciones de cada cual sobre un objeto que adquiere un valor añadido.
Un buen guión y una correcta dirección de lo que hace unos años se mostraba como nuevo cine independiente, pero sin duda, lo mejor es la imponente interpretación de Ryan Gosling, que vuelve a demostrar su genialidad y sobre todo su versatilidad. Toma aquí a un complicado personaje de explosiones contenidas. Sólo por disfrutar de su interpretación vale la pena ver la película.