Me esperaba mucho muchísimo de esta película y he de decir que me ha defraudado, aunque con reparos.
En líneas generales todo lo que esta película tenía de género no me ha gustado, y me ha gustado mucho lo que tenía de original.
Me explico. Uno se ha hartado de ver películas sobre la Segunda Guerra Mundial pero siempre es un punto que me interesa la relación que se creó entre los colaboracionistas y los alemanes y entre aquellos y sus compatriotas cuando se fueron los alemanes. Esas dos maneras de entender la supervivencia: colaborar o resisitir.
También me ha gustado mucho el tema incidental de la cuestión judía. No parece que a Verhoeven le interese incidir mucho en este punto, pero atesora varios momentos sublimes de reflexión y de ejecución.
La manera en que reaccionan los holandeses cuando creen que ha sido la protagonista la que los ha traicionado. Creo recordar que alguien dice: nunca se puede confiar en los judíos.
O, por citar el mejor, el plano final de la película, en la que vemos que ha terminado viviendo la protagonista entre rejas, claro que levantadas por ellos mismos y no por alemanes.
Pero es que la película, que tiene todos los ingredientes de Verhoeven, carnaza, acción, ritmo, da la sensación de estar mutilada y la mayor parte de las acciones que realizan sus personajes no se comprenden, no se entienden, y esto hace que uno no termine de creerse lo que está viendo.
No me ha gustado tampoco la fotografía de la película y algún que otro momento en el que el guión cae en el error que tuyvo también Polanski con El pianista, excederse en episodios autónomos que restan solidez al conjunto.
Verhoeven va de aquí para allá sin darnos muchas explicaciones y queriendo llegar rápido a escenas clave que tampoco las explota y que resultan dirigidas con un exceso de oficio y un déficit de talento.
Una película que no aburre pero que no atrapa.