No sé si fue un alivio para el mundo del cine o para los noveles, pero la aparición de este tipo de historias casi cruzadas basadas en reflejarnos a nosotros mismos, ciudadanos normales para nuestra identificación con el personaje, ha hecho un flaco favor porque normalmente se acaba rindiendo pleitesía a la conformidad acabando historias con seres fuera de lugar que se cruzan a golpe de forzada maniobra.
El director de “La flaqueza del bolchevique”, que no demostró demasiado especial, aparece ahora con un producto que se mantiene en la línea de poca originalidad del cine español y que mantendrá contentos a los asiduos de la oportunidad, pero a mí, cansado de personajes tan intrincados y paródicos que acaban siendo enormemente irregulares en su concepción, no me atrae esta manera de seguir adelante en el cine, a pesar de que no haya dinero y no se pueda hacer mucho más.