A la cuarta secuela de una saga como Resident Evil se le pueden perdonar muchas cosas, pero no que no sea una peli aburrida y esta cinta tiene muchos momentos en que es tediosa.
Con un esperanzador comienzo con mar de paraguas haciendo el guiño a la corporación Umbrella con insulso mordisco a bocajarro, nada hace vaticinar la poca acción que se va a desplegar, porque exceptuando los primeros minutos en la corporación oculta en Tokio, los minutos avanzan con lentitud hasta el gran despliegue final (con un insultantemente estilo Matrix), exceptuando alguna mini pantalla con monstruo que hay que atravesar para subir al siguiente nivel.
Más allá de la mitad del metraje se descubre el nuevo punto fuerte que se va a pretender utilizar que es inspirarse en Temblores, ese clásico de gusanos excavadores de los noventa, para tunear a los nuevos no muertos.
El 3D era una fantástica excusa para alargar esta saga, que ha sido desaprovechada por completo. Lástima de estreno hollywoodiense para Peris-Mencheta.