Harry Potter ya no va a sorprender a nadie, pero no es aquí donde radica la verdadera profundidad de sus historias. Bien es cierto que Harry es el hilo conductor de todas las desgracias y aventuras debido a su especial capacidad, pero por detrás dos amigos íntimos aparecen en pantalla para dejar caer peso de la película sobre ellos, de forma que lo poco que quede por cubrir lo borden esos profesores que les siguen con deleite interpretados magistralmente. Por esto, cualquiera de las historias que nos lanzan se mantienen sin aburrir y sobre todo sin tediar con un protagonista demasiado protagonista.
Los efectos especiales, las nuevas criaturas y magias no sucumben al descrédito porque desde el principio el mundo aparte que se nos muestra mantiene una línea, que si hacemos el esfuerzo por sobrepasar no nos cansa.
Lo único intolerable a mi modo de ver, son algunos malos, por así decirlo. El personaje final que ha de consumar las maldades no me ha terminado de convencer demasiado casi nunca, pero una tontería en comparación con el resto.
Una nota reseñable para la atención que mantenga el guión por darte del director, experto en maniobras televisivas, hacia la adolescencia de los tres jóvenes, esta es la película en la que los guiños han de ser casi masivos, sino me defraudará.