El cómic de Osamu Tezuka salta a la pantalla grande para aliviar las opciones mínimas de estos últimos tiempos para los más pequeños. Sin embargo, las aventuras del robot con habilidades extraordinarias no sé si va a ser suficiente para captar la atención de un público infantil cada vez más necesitado de caña pura y dura. Las historias bonitas por mucho que lleven megatones o son malotas o son rechazadas en un mundo en donde la bondad no vende.
Seguramente me gustará más a mí que a mi sobrino, porque aunque su capacidad digital será incuestionable, el personaje, demasiado reflexivo en su mundo de desdicha pertenece a otros dramas más ochenteros o incluso más antiguos y eso los pequeñajos lo notan. Lo práctico, rudo, de moda o simplemente hipercompetitivo está en boga. La moraleja aunque les llegue en este caso es posible que simplemente les aburra después de un rato.
Cumplir con una cita en el cine con ellos se logra, pero conseguir que se entusiasmen no sé si tanto. Y eso que se trata de un producto bueno.