A pesar de la poca capacidad de vislumbrar films tan dramáticos, me ha gustado, buscado y encandilado a pesar de sus comienzos lentos y dubitativos, sus monsergas de silencios algo descuidados y la situación de humor recién cortado que me sostiene a cuenta gotas en muchos momentos.
Pero la película renace, se hace, se mantiene y después de luchar sutilmente por ser atractiva lo consigue con unos toques de romanticismo olvidado, latente, poco visible pero flotando como quien no quiere la cosa en nuestras emociones hasta inundarlas.
Si la relación madre e hija es hostil pero tierna, la relación del espectador con la película es similar hacia un panadero olvidadizo, cansado, que al final se convierte en un valiente, un climax de oro, una escena que desnuda, que hace precipitar lágrimas. Pensé que sería para menos, pero no.