El temor a que se hiciera una gran cagada con esta película, quizá haya puesto el baremo demasiado bajo, pero en general, valorando la dificultad de condensar 893 páginas en dos horas, el resultado ha sido altamente satisfactorio.
El problema fundamental, es que se pasa de un asunto a otro demasiado rápido, lo que puede ocasionar que los no lectores de la saga, puedan perderse en determinados momentos, como pasó con El cáliz de fuego. Pero en líneas generales, es una película trepidante, que personalmente he disfrutado como un crío (que realmente es de lo que se trataba) y no he visto traicionadas las bases fundamentales del libro. Espectacularidad, ritmo y efectos especiales, a raudales.
En esta entrega, todo se torna mas oscuro. Los protagonistas son ya adolescentes, se acabaron los chistes facilones, pero se incluyen esos momentos de cierto humor mordaz que existe en los libros. Las discusiones y las relaciones ya no son de niños. Harry se muestra confuso entre su furia y frustación, y el bien que habita en él, mostrando sus enfados y sus miedos, eso si, de forma breve.
Muchas partes del libro se saltan a la torera, como el quidditch, que queda totalmente eliminado, pero era algo de esperar. Sin embargo esto permite tener pequeño espacio para explicar la relación de afecto entre Harry y Sirius. Gracias a las clases de Oclumancia, que no ocupan muchos minutos, Snape vuelve a retomar su parte mas oscura y demuestra su resquemor hacia Harry, cosa que había quedado casi totalmente obviada en El cáliz de fuego. Y por supuesto, la escapada de los gemelos Wesley de Hogwarts, tiene su momento de gloria.
Lo que sí acaba ocupando una parte importante es El ejercito de Dumbledore, mostrando su formación, las clases, la evolución de los alumnos gracias a las enseñanzas de Harry y que como no podía ser de otro modo, da paso para el famoso primer beso de Harry Potter, largo pero inocente.
La batalla final con los mortífagos no defrauda, golpes y hechizos vuelan por todas partes. La muerte de Sirius, perfectamente retratada, con la cara de sorpresa descrita en el libro y ese desaparecer tras el velo. El duelo entre Voldemort y Dumbledore, espléndido. Pero un poco alargada la posesion de Voldemort en el cuerpo de Harry y demasiados flashbacks. Si, demasiados flashbacks a lo largo de toda la película, que no se si eran necesarios.
Dolores Umbridge, muy bien, con esa sonrisa que oculta su crueldad, pero que quizá no llegue a los límites del personaje del libro. Bellatrix Lestrange en su corto aparecer, sienta la base de una loca maligna. Pero la que mas impacta y se ha ganado con honores un puesto entre los fans, es seguro Luna Lovegood. Una mirada cándida y ensoñadora, de aparentar estar ausente pero no estándolo, se convierte en una de las cosas mas destacables de esta cinta.
Hay cambios sutiles en referencia a las otras películas.La apariencia de los dementores, un pelín menos terroríficos que los que mostró Cuarón en El prisionera de Azkaban, los mortífagos tambien ocultan sus caras bajo máscaras diferentes y las charlas por la red Flu son ahora con fuego en vez de brasas. Y hay que tomar nota de que Dumbledore cuando explica a Harry el asunto de la profecía, no nombra a Neville Longbottom, que por fin aparece como el patosete que realemente es.
En definitiva, que por muchas cosas negativas que podamos encontrar, entre las que vuelvo a destacar la celeridad con que se cuentan las cosas, esta cinta se sustenta sobre una historia tan buena, tan llena de matices, con misterios y aventuras, que es imposible por lo menos que no entretenga.
El público ha vuelto a aplaudir, pero claro, hoy erámos todos unos Pottermaníacos.