Lo único que recuerdo con nitidez de la primera parte de Transformers es la escena de Megan Fox inclinada sobre el capo abierto de un coche. El resto de efectos especiales, espectaculares escenas de destrucción, trepidantes persecuciones y enormes robots con megarecursos para la guerra los recuerdo vagamente. O pensándolo mejor, puede que imagine recordarlos, ya que Michael Bay (La isla, Pearl Harbor) estaba detrás de la dirección y por lo menos ese tipo de recursos los sabe explotar perfectamente, aunque sea hasta la saciedad y no aporte poco más a la trama.
Dado que la historia no me atrapó ni convenció en absoluto, vi innecesario perder tiempo con la segunda parte, y como comprenderéis, mucho más innecesario con esta tercera. Lo peor de todo esto es que tras los malos resultados de la segunda, siempre entre comillas lo de malos, porque la taquilla sigue respondiendo, Michael Bay y el resto de productores han apostado por un cambio en la premisa argumental. Claro que sí, cuando la Tierra se te queda pequeña, hay que ampliar horizontes...
Shia LaBeouf repite protagonismo, pero le cambian la compañera de baile. Ríos de tinta han corrido por el despido-renuncia de Megan Fox de esta franquicia. Supongo que esa lengua que tiene no la ha ayudado en el camino. Para que ningún seguidor de la saga la eche de menos, Rosie Hungtinton-Whiteley, modelo de Victoria Secret, ocupará su lugar.
Pocas sorpresas en un título que dará toda la acción que promete, tanta espectacularidad como aparenta y que ayudará a engullir palomitas a mayor velocidad a todo aquel que se atreva a soportar más de lo mismo.