El éxito de esta película en Alemania ha sido gigantesco. Con una taquilla astronómica, Vicky el Vikingo nos recuerda que muchas veces vale más estimular las añoranzas y la melancolía de los padres que centrarse en atraer a los hijos. Vista desde hoy en día, la mítica serie de animación sobre el niño vikingo que en vez de utilizar la fuerza utilizaba el cerebro parece totalmente pasada pero, ay! la melancolía... me encantaba ver sus aventuras y supongo que llevaría a mis hijos a verla, si tuviera.
A nivel de presupuesto, estamos ante una producción importante. Lejos quedan los tiempos en que los efectos especiales de una película europea no podían más que avergonzarse comparados con los de una producción americana. Ahora, sin ser unos efectos punteros, estaremos ante unos efectos calcados a los de la saga francesa de Asterix y Obelix, que encajarán con el formato de dibujos animados y no chirriarán al integrarse con las personas de carne y hueso.
Sin duda, una buena opción para la chavalería: con un guión sencillo pero sin ser una tontería y un buen nivel técnico. Hay que agradecer que la industria europea se moleste en intentar este tipo de producciones ambiciosas, viendo sobre todo que encima son un éxito. Por estos lares, seguimos esperanza El capitán trueno.... ¿llegará algún día?