Ni 300.000 euros ha costado este melodrama argentino y argentino de verdad. Trata, con su ópera prima, el trabajador Diego Sabanés (asistente de producción en El embrujo de Shangai), de soltar a través de un cuento de Julio Cortazar (La salud de los enfermos) a amargura y la escondida realidad de unas personas en un país. Los argentinos, siempre presentes, y en esta ocasión en el candelero, en una ceremonia de autoanálisis o psicoanálisis que controlan a la perfección.
Esta parece una de esas películas completas y redondas, acabadas y cerradas, sin grietas, de esas en las que poco a poco uno no sabe bien como, pero las escenas antiguas se van haciendo un hueco en la paciencia y terminas por claudicar ante hombres y mujeres que sienten y padecen con verosimilitud. Marilún Marini, la enorme protagonista, dicen ha terminado un trabajo excelente y el resto a muy buen nivel, lo cierto es que es una de esas películas que necesitan de unbuen guión y por tanto de buenos actores, que en el resultado final se notan. Más allá de todo esto, existe otro cine, pero estas películas pertenecen al suyo propio.