Con La llave de Sarah, se cierra
esta edición del festival de San Sebastián. La edición de la
crisis, del cambio de director. Sin embargo, esta parece una digna
clausura. Una película algo comercial pero de cierta calidad. Muy
lejos del error que ha supuesto Come, Reza, Ama.
Su director, el francés xxxxx, viene
del cine más comercial, con sagas, terror, un tipo que funciona bien
en la industria y que ha decidido rodar aquí un drama de mayores
pretensiones. Volver a tratar una vez más el recuerdo de las
víctimas judías en la Francia de la segunda guerra mundial, sin
aportar ningún punto de vista nuevo, pero con cierta clase y con una
intención de calidad.
La eficiente Kristin Scott Thomas será la protagonista. Una pequeña reflexión - que ya hemos hecho
otras veces- acerca de la memoria, la verdad y las situaciones que
sacan lo peor y lo mejor de nosotros. No tiene mayor interés que la
de su mera corrección.