La última película de Clint
Eastwood tiene muchos defectos, tantos, que es fácil descartarla
y no hacer aprecio a sus virtudes. La mayoría de ellos están
relacionados con su guión, con pequeños descuidos de coherencia, de verosimilitud,
algo de dejadez a la hora de unir las líneas paralelas, muchos
elementos demasiado forzados, falta de sutileza y una necesidad de
querer abarcar tantos temas de actualidad que se queda demasiado
diluida. Está claro que este no es el mejor trabajo de Peter
Morgan.
Por otro lado, podemos rescatar otros
elementos positivos, especialmente el drama de unos personajes
heridos y su relación con la sociedad. No hay tampoco personajes
maniqueos, no hay villanos malvados (incluso los chavales que quieren
robar al niño quedan visiblemente tocados por el desenlace). Tampoco
la madre alcohólica ni los servicios sociales emprenden una guerra a
lo Ken Loach. El equilibrio y la sensatez del veterano director
parecen estar muy por encima de esos clichés de buenos y malos. Se
consiguen así momentos muy emotivos a pesar de los problemas que
destacan en el guión.
Sin duda es un trabajo atípico en la
carrera de Eastwood, primero por el derroche de efectos especiales en
la parte inicial, algo nunca visto en sus películas. Me temo que
poco habrá participado el director en el diseño de la secuencia del
tsunami, que finalmente queda algo impersonal. Hacía falta un
Cameron o un Spielberg (por cierto, productor de la película). Por
otro lado trata un tema paranormal, que anteriormente en su cine sólo
aparecía como elemento ambiguo (Media noche en el jardín del
bien y del mal), y se le llega a dar una importancia que roza lo
absurdo, especialmente en la lucha de la reportera francesa por
destapar la conspiración.
En definitiva, el director resbala un
poco cuando aborda elementos ajenos a su cine, y funciona bien cuando
habla del drama humano. Consigue un buen trabajo de los actores, con
un Matt Damon muy comedido, que es como mejor funciona. Eastwood dirige de
manera sobria, pasando un poco desapercibido en comparación con
otros títulos suyos, como Million Dollar Baby o Mystic
River. Sin duda, un título muy menor, con demasiadas sombras.