Leo a mi compañero Sherlock hablar de polémicas, lecturas adultas y demás cuestiones meramente promocionales que, pondría la mano en el fuego, no veremos en la película por ningún lado. Aceptando, pues, que estamos ante la clásica aventura sencilla y muy enfocada al público infantil, habrá que excluir la morralla publicitaria para buscar puntos interesantes.
En lo referente a la parte técnica de la película, algo de análisis obligatorio en un producto caro y con mucho fx, lamentablemente no espero demasiada novedad. Las clásicas creaciones digitales (tanto en lo referente a personajes fantásticos como, sobre todo, a escenarios), que dotarán de espectacularidad al metraje pero no de algo novedoso. Vamos, lo que hemos visto entre Narnias y Gollums. Y ni que decir tiene que en el caso de El señor de los anillos con resultados mucho más conseguidos. Aquí, seguramente, tendremos esos bonitos escenarios que también podrías ver en una película de dibujos animados. Esa clase de imagen digital.
La gran esperanza está, evidentemente, en el prestigio que aportan los actores. Más allá de aquellos que prestan únicamente su voz (Ian McKellen o Kristin Scott Thomas, por ejemplo), la persencia de Daniel Craig, Nicole Kidman o Eva Green funciona en dos sentidos: Por un lado como directísimo atractivo inherente a sus personalidades; por otro, porque nos permite pensar que, si han aceptado estar aquí tantos actores de relumbrón, es que algo han tenido que ver en el proyecto.
Claro que lo que han visto puede ser el dinero, el éxito de taquilla, el exitazo del texto literario original (un fenómeno a nivel internacional). Sinceramente, no espero ninguna maravilla, pero sí que esa historieta de fantasías mil veces vistas y leídas sirvan para aportar un par de horitas de entretenimiento. Hallazgos, ninguno. Ver y olvidar, sí. Que ya es algo en estas fechas tan frías.