No puedo ocultar mi satisfacción por no haber detectado demasiados tópicos en lo que yo creía un producto más de fábrica, que aunque lo es, tiene como refuerzo el saber hacer de Banderas a modo de servicial y educado tipo divertido, y una no exageración del gremio de actores juveniles marginales.
Mostrándose los problemas sin tanta mayúscula como en otras producciones, las inevitables escenas de protesta y problemática, dejan paso a una incesante pasar de tomas en una coreografía digna dignísima que engancha al espectador para no perderle por motivos evidentes de guión.
El final, nada pedante, aunque un poco cursi como debía ser es una muestra del trato especial del film, sabedor seguro del peligro del aburrimiento ante algo ya más o menos conocido.