He de reconocer que, por cuestiones de edad (uno que es un zagal, todavía), no seguí el hilo de Corupción en Miami (tampoco había mucho hilo que seguir...) en su época de emisión en televisión. Claro que sus distinta reemisiones posteriores me han permitido disfrutar de una serie a mediocamino entre lo cool más cañero y el cool más hortera, un delicioso 'horterismo' (permitirme este término de nueva creación) capitaneado por un Don Johnson más en su salsa que Russel Crowe enfadado en una tienda de Telefónica.
Como para no estarlo. Le plantas al bueno de Don nosecuantas muchachas en mini bikini, uns planitos al principio de Miami, el mar, unos flamencos que nadie sabe qué pintan ahí y el pedazo de cojonudo temón musical que nos introducía en el invento... y voilà! ¿Para qué más? Pues para qué no sé, pero hay más. Ricardo Tubbs de colega y el celebérrimo Castillo dando órdenes y hasta los cojones de todo, hasta del símbolo de Televisión Española.
Lo que muchos no sabíamos es que el inventor de la maravilla era Michael Mann. Tampoco es que inventara mucha hostia. Poli blanco, poli negro, tías casi en pelotas, música ochentera y más colorines que en la carta de ajuste. De aquellas leías Michael Mann en los genéricos y, vale, como cuando lees Stuart McMahonn al lado de "Costumer assistant" o "Fergie" al lado de "2nd pig". Pero ahora sabemos quién es Michael Mann. El de Heat, el de The Insider (me repito como el ajo: una obra maestra absoluta), el de Collateral. El que te pone como nadie con un tiroteo en plena calle. El hombre perfecto para Corrupción en Miami. Y ya no solo porque, además, sea invento suyo.
Y sabiendo que Corrupción en Miami va a ser Corrución en Miami, a saber, unos tíos que no es que se hayan dejado corromper si no que nacieron ya con cien gramos de coca bajo el brazo, sus novias que todas son muy sueltas y que tienen alergia a los jerseys, las camisetas, los pantalones, las faldas, la ropa interior, las blusas, los sueters, las chaquetas, los abrigos y todo lo que no sea un bikini absurdamente mojado, los increíbles cochazos que nadie debe usar porque siempre están impolutos, los garitos con luces de neón rosas o a lo sumo azul celeste, tiroteos hasta en la banda sonora y una frase repetida ad nauseam: ¡Miami anti vicio!, sabiendo que Corrupción en Miami es básicamente todo esto, decía, lo único que puede preocupar a los aficionados de la serie de TV es quién, o mejor dicho, quiénes serán los herederos de Johnson y compañía.
Sonny Crockett, el legendario, jeta, ligón, hortera y a pesar de esto último cool Sonny Crockett, es ahora Collin Farrell. Y por lo que las pocas imágenes del rodaje han permitido mostrar, mantendrá el aspecto chulón de su predecesor (dios quiera) respetando la eterna americana blanca pero dejándose el cabello más largo, si cabe aún más chulodetodas y con una coletilla de lo más Miami. Genial.
Ricardo Tubbs es Jaime Foxx, según parece abonado al clan Michael Mann desde Collateral -menos mal que no le ha dado por coger a Cruise para ser Crockett; pero bueno, Mann es un tío listo. No hay que dudar de él.
La sorpresita patria viene de la mano de Luis Tosar que heredará el rol mafioso latino que sale poco pero en mis minutos no me sopla ni cristo recién bajado de la cruz, con un nombrecito que ya es como para que le den un premio: Arcángel de Jesús Montoya. ¡Joder!, lo menos descendiente de Iñigo Montoya.
Con estos datos solo quiero que sepáis que entiendo lo cachondos que os habéis puesto, y que yo también tengo unas ganas enormes de (plagiando a mi compañero Hypnos) vernos en el cine.