La misma gente que se mostraba más que predispuesta a que Casino Royale le encantase ha llegado a Quantum of Solace con un inexplicable interés por mirarla con lupa. Y no lo entiendo. Bien es cierto que Quantum of Solace es menos película que Casino Royale, que es menos poderosa, que pierde un punto de carisma, que no tiene algunas de las acertadísimas secuencias de aquella o que, sobre todo, se va vulgarizando preocupantemente en su tramo final. Pero es una muy estimable cinta de acción.
Tampoco entiendo la crítica directa al "nuevo Bond", ese Bond que para algunos no es Bond. Seamos francos, este Bond que aquí algunos parecen descubrir ya estaba en Casino Royale, sólo que el peso y presencia de las secuencias del casino, allí, ayudaron a que el cambio fuese menos traumático para los fans del 007 arcaico. Ahora, en Quantum of Solace, tenemos al mismo agente parco, directo y, por qué no decirlo, amoral ejecutor cuyo gusto por el lujo y el buen detalle es simplemente eso: un detalle más de un personaje acostumbrado a no renegar a nada, signifique esto lo que signifique -sobre todo para terceros.
Con este nuevo Bond entendido (para lo que algunos han necesitado dos películas, aun cuando parecían encantadísimos con la primera), la batalla ni se gana ni se pierde: o se acepta o no, o se entra al juego o en caso contrario mejor dar media vuelta y dejar de mirar. Quantum of Solace arranca maravillosamente lo quieran o no, con Bond al volante perseguido por tres Alfa Romeo. Y sigue mejor: la secuencia con el montaje paralelo entre caballos y disparos es simplemente perfecta: conjuga la dureza y el realismo adoptados en Casino Royale con la espectacularidad casi fantástica que se le pide a un film de 007. Un buen ejemplo de lo que es entender aquello que pide hoy día el espectador y adaptarlo a las necesidades e ideas propias del film que se está fabricando.
Una pena que, en un par de secuencias, perdemos ligeramente este enfoque: la pelea con el agente en el piso franco es puro Bourne, y la escenita del avión busca el mero espectáculo sin acabar de encontrar un plus de ingenio, de originalidad o, al menos, de suspense. Pequeños resbalones...
...que no enturbian una sensación con la que me relamía satisfecho durante toda la primera parte de la película: Hemos asistido a un Minimal Bond, un 007 con las necesidades argumentales llevadas al mínimo, donde todo el film en sí es una gran persecución. Un minimalismo inteligente que, en contra de lo que pudiera parecer, potencia el sentido de cada disparo. Sin embargo según avanza la película esta idea se pierde.
Sea como fuere, por el medio disfrutamos de detallazos: Bond volcando de un guantazo una motocicleta, Félix Leiter, la chica muerta embadurnada de petróleo en precioso guiño al cadáver dorado de Goldfinger, la presencia tan relevante de M y una chica Bond de belleza acertadísima: Olga Kurylenko.
También entra muy bien en la historia el personaje de Mathis, y sale igualmente con brillo, en una escena que combina por un instante una cierta ternura (quizá únicamente entendimiento) por parte de Bond con la instantánea vuelta a la rudeza conocida cuando esa ternura ya no tiene sentido alguno: el cadáver en el contenedor. Secuencia que por cierto vendría a ser el equivalente de la hermosa secuencia de la ducha en Casino Royale, con Bond y Vesper, en cuanto a su registro emocional y su función concreta en el momento de la trama.
No me disgusta nada, pero nada, el nuevo villano de la saga, con ese Matthew Amalric de mirada tan torba, y ese andar tan peculiar. Muy bien. Lo cierto es que los militares sudamericanos nunca han lucido muy bien en la saga 007, pero la presencia del actor francés ayuda y centra las miras en el lado 'malvado'.
Lástima que, según el desenlace se acerca, Quantum of Solace va perdiendo no sólo fuerza o ritmo (esto último no tanto, ciertamente), sino sobre todo la brillantez que había encontrado hasta entonces en algunas secuencias muy acertadas (como la del espionaje durante la ópera Tosca, todo un alarde de elegancia y eficacia por parte de Marc Forster), para cerrarse como un simple film de acción, cayendo en el mismo error, por ejemplo, que sufrían los dos 007s protagonizados por Timothy Dalton, un Bond también vengativo: Eran finalmente simples películas de acción y no tanto películas de 007.
El cierre de Quantum of Solace sufre un poco de esto, con un edificio encadenando explosiones, con una chica peleona matando al general asesino y violador que marcó su vida desde pequeña, con Bond protegiendo a la chica de repente de nuevo desvalida. Sí salvaría el momento histérico del villano arremetiendo contra Bond entre gritos, hacha en mano.
Y de nuevo mi espíritu remonta con el elegantísimo cierre de la película, el poso y sabiduría de Craig para manejar el tempo en la secuencia-epílogo. La nieve. De nuevo M. Muy bien.
No es Casino Royale, es simplemente Bond en acción. Pero de primer nivel.