Seamos sinceros y destapemos de una vez la idea que nos pasa por la cabeza estos días con El lado bueno de las cosas: ¿es para tanto? ¿mejor director? ¿actor? ¿actriz? ¿película? ¿porqué? La verdad sea dicha, la experiencia nos dice que aunque la mona se vista de seda mona se queda. Porque si el visionado de esta cinta fuera en abril o en verano nada ni nadie daría la voz de alarma de sentarla entre las grandes. Seamos sinceros de una vez. Pero tal y como dice el título de la misma, hay que mirar las cosas por el lado positivo, el lado bueno de las cosas claro que sí. Entre esas cosas buenas se encuentra David O.Russel, el culpable de la gran película The fighter o Tres reyes. Ya parece que empezamos a darle la vuelta a esto. Un director en condiciones y con condiciones.
Y continúo. Otras dos cosas buenas. Bradley Cooper (El ladrón de palabras) y Jennifer Lawrence (Los juegos del hambre). Dos actores de moda, jóvenes y guapos. La garantía que te proporciona estar en el momento adecuado en la película adecuada. Popularidad. La última cosa buena. Ver una película cómoda, fácil pero frágil, con el pie en la tierra, hija de los tiempos que vivimos, cariñosa y auténtica no tiene precio. Las dos horas de duración tienen que avalar algo más que unas cosas buenas a la ligera. Regalo y sorpresa van siempre de la mano.