En Santander se ha rodado una película de título que no nos debe hacer pensar rápido, sino curioso, como queriendo saber más de una película con una capa primera publicitaria, y otra que está muy llena de contenido, pero vamos, que esto no me sorprende de un director que trata de ahondar con paciencia en el ser humano, con calidad y encima fotografía.
Daniel Sánchez Arévalo es un director bueno, que ya nos gustó en Azuloscurocasinegro, pero que encima es un firme seguidor de palabras, un guionista convencido, trabajo este que le llamó con fuerza y que no ha abandonado. Ahora también y a la vez está con otra peli colaborando en la escritura, El mal ajeno, y en su haber mucho ya pasado a papel, Farmacia de Guardia, Hermanas, Ellas son así, la cercana serie Hospital Central, televisión de la que nos tragábamos por entonces con mucho éxito, para luego entrar de lleno en los cortos con una nominación a los Goya con el cortometraje Exprés y el muy conocido Física II, germen de su primera película antes comentada.
Es por todo esto que veo a una persona preparada en muchos sentidos y que encima ha dado muestras de que no se queda a las puertas de la industria ésta, simplemente creando y creando para que consuman otros, sino que quiere entrar en un sitio complicado, el de mostrar al ser humano y contar cosas, enteras, con la realidad ayudada de la ficción. Yo confío.
Antonio de la Torre (Retorno a Hansala o Una palabra tuya), que ha engordado 30 kilos para el papel, pero que conoceremos perfectamente, es la pieza más importante de un elenco de personajes protagonizados por Verónica Sánchez (Las 13 rosas), Raúl Arévalo (Los girasoles ciegos) o Pilar Castro (Siete minutos), sobradamente preparados para hacer una película distinta, llena de risa a pequeños descansos, sí, pero llena de drama con fuerza en pequeños aumentos.