Crítica de la película Misión imposible: protocolo fantasma por Iñaki Ortiz

Excepto en la incomprensible aberración de la segunda entrega, con el hortera John Woo, Tom Cruise siempre ha cuidado  que la saga de Misión Imposible tenga una cierta calidad, asociándola a nombres con peso. La tercera entrega, de J.J. Abrams, es posiblemente la más redonda hasta la fecha (aunque ciertamente no la más carismática, eso se lo dejaremos a De Palma y su famosa escena con Tom colgando). Por eso resulta interesante que Abrams sea también el productor de esta cuarta parte.

La tarea de productor le resulta muy cómoda, y sabrá mantener la sobriedad e intensidad de la anterior entrega. Se ha traído esta vez a los guionistas de Alias, lo que deja ya realmente claro el tono de thriller de acción moderno tan de su estilo. Y para suplir lo que se echaba de menos en la anterior, cierta potencia visual, tenemos nada menos que al director con más talento de Pixar, Brad Bird, responsable de esa joya que es Los increíbles. Su salto a imagen real era necesario, dado que aquella película estaba planificada más como imagen real que como animación, algunas secuencias no tenían nada que envidiar a sus colegas no virtuales. Creo que puede aportar al proyecto una capacidad visual que había perdido la saga.

Hablando de lo visual, atención a la fotografía de Robert Elswit, habitual de Paul Thomas Anderson. El compositor de la banda sonora estaba cantado: Michael Giacchino, pues es usado tanto por Abrams como por Bird (quien posiblemente sacó lo mejor de él en Los increíbles), y ya participó en la anterior de la saga. Perfecto para las fanfarrias de la serie.

Y por supuesto, Cruise, más empeñado que nunca en dar el 200%, rodando él mismo unas espectaculares escenas de riesgo y aportando como siempre una tremenda intensidad. Nadie corre como él. Le acompañaran buenos actores como el muy de moda Jeremy Renner (En tierra hostil) y el siempre efecicaz Tom Wilkinson en un papel que domina a la perfección.

Y lo mejor: que no es en 3D.