Crítica de la película Sácame del paraíso por Olmo

Los que leísteis mi precrítica sabeis que no soy un digno espectador de este tipo de cintas, este tipo de cine en definitiva. Y no soy digno porque ni lo frecuento ni me llama la atención además de no reunir los requisitos para poder valorarlo con sinceridad, tacto y rigor. Por eso, hijo de un contexto, he saltado a la piscina y me he visto Sácame del paraíso. La primera noticia a primera vista (lo habreis visto) son las dos estrellas que le otorgo. Quizás peco de espectador fallido e inusual. Aunque el objetivo es el mismo: divertir, reírse y saber la razón de la risa floja o más destornillante.

Otra gran noticia es que Aniston no está sola. Paul Rudd es su brazo derecho, creciéndose incluso y dándonos mucha más ración de lo esperado en un principio. Y cuando digo Rudd digo todo el resto de la comuna que tan bien me lo han hecho pasar. Un humor sencillo y nada peculiar pero sí directo, bruto y sin norma alguna. "¡ Libertad!" que diría aquel.

Al final no deja de ser una mofa de todo lo que uno quiera (sexo, amor, la vida misma, reglas, compromiso...) pero el fin es el destornille inmediato con alborotadas situaciones que simulan en cierta manera grandes como Aterriza como puedas con animales de por medio que interrumpen la "normalidad" humana. Un disfrute razonable, carcajadas, un visionado natural y agradecido. No deja de ser algo banal en una cartelera con material de mayor tamaño pero (siempre hay un pero) tampoco es una pérdida de tiempo si uno quiere hacerle una visita a la sala de proyección más cercana y comercial en compañía de la familia por ejemplo y que por lo menos nos olvidemos de "todo lo malo" que diría Salander, endulzar la existencia, pasar un rato navegando en calma y sonriendo que no es poco.